Cuando en la derecha te consideran “rojeras” y en ciertas izquierdas te tachan de “fascista” … ahí. Ahí es donde me siento más cómodo. Ahí he encontrado un espacio ideal, que no ideológico, para aplicar mi ojo más crítico en la sociedad actual de nuestro país. Con esto no quiero posicionarme en un posible centralismo dentro del arco ideológico. Aseguro que mi ideología tiende bastante hacia el progresismo en cuanto a lo social y el reparto equitativo y proporcional de la riqueza en cuanto a lo económico. Por simplificar demasiado, se podría decir que soy de izquierdas. ¿Y? Es que hoy en día eso me dice poco, o casi nada. Soy de los que piensa que, por ejemplo, el fascismo no entiende de lados. He conocido a tantos fascistas de izquierdas como de derechas. Todos ellos con algo en común. Reniegan de lo que son (en el fondo quiero creer que es que se avergüenzan). También he conocido fascistas de centro. Considerarse de una ideología en concreto es como comer arroz blanco “a pelo”. Se me antoja soso. Además, creo que le damos demasiada importancia a la ideología y muy poca a las ideas. ¡Qué idiotez! Yo creo que existe una ideología por cada una de las personas que conformamos la especie humana. Todas ellas con sus ambigüedades y sus bases razonables (que no siempre razonadas). Ismos y más ismos. Comunismo por aquí, capitalismo por allá. Socialismo, liberalismo, fascismo, anarquismo, feminismo, catolicismo … todos los ismos acaban empachando. Y es una verdadera pena, porque de todos se podría aprender algo. Hay algunos, como el fascismo, que nunca deberían haber existido, pero me temo que es una consecuencia derivada de ciertos comportamientos que son intrínsecos en el ser humano: egoísmo, narcisismo, absolutismo. Otra vez ismos por todas las partes. Es que hasta el culto a nuestras cualidades propias de la naturaleza humana se le bautizó en el Siglo XIV como humanismo. Entonces llego a la conclusión que los ismos no son ni malos ni buenos. Tan solo es un simple sufijo que utilizamos para referirnos, no solo a ciertas doctrinas, también a movimientos culturales, términos científicos, escuelas intelectuales o incluso deportes (atletismo, alpinismo, ciclismo…). Por lo tanto, pese a esta época tan empalagosa en cuanto a lo político y llena de ruido informativo, haré un gran esfuerzo por no taparme lo oídos cada vez que oiga algún -ismo e intentaré descubrir con la mejor de mis intenciones lo que hay detrás. Es algo así como empatizar y comprender el porqué cada uno de nosotros elegimos en ciertos momentos de nuestra vida sumarnos a un -ismo en concreto. Incluido el gilipollismo. Quizá así de forma a mi propio -ismo. Aunque he de reconocer que hace poco tiempo descubrí mi -Ismo favorito. Lo escuché en un programa llamado “La Vida Moderna”. EL SUDAPOLLISMO.